martes, 27 de octubre de 2009

Historia.

Ella, acostumbrada a las cosas trascendentes que no se miran ni se tocan y se sienten, estaba dispùesta a amar sin condiciones, a regalarle la dulce armonía de los días, la vida entera si se pedían, conocía la perfección de las cosas que se intuyen, de los planes perfectos más allá de nuestro entendimiento
El, acostumbrado a los números y exactitudes del mundo que anhela y aparenta ser perfecto, anhelaba también el amor perfecto, concebido como otra cosa más dentro del mundo, calculado, preciso, indeformable y predeterminado.


Ellos no eran el uno para el otro.
Pero se amaron.
Y su amor fue perfecto.

1 comentario:

Bris dijo...

qué lindooooooooooo!!! ^___^